Lo más importante en un proceso de comunicación no es lo que se quiere decir, sino lo que la otra persona entiende. Ahí está la clave de la comunicación eficaz. El volúmen y el tono de la voz dicen tanto sobre nosotros a los demás como el propio mensaje. Por ello, sufrir disfonía durante un periodo de tiempo prolongado puede suponer un problema importante y afectar a cómo nos relacionamos con los demás.
Ocho de cada diez casos de disfonía se deben al mal uso o abuso de la voz. Cuando se padece disfonía (ronquera) se ve afectada la voz porque cambia el tono y disminuye su volumen. Las personas que están roncas normalmente tienen una voz velada y áspera, lo que genera inseguridad en la persona que habla y dificulta la comunicación.
En función del tipo de disfonía aplicamos el tratamiento puede variar, pero en general pasa por una serie de ejercicios de relajación, respiración, ejercitación muscular e impostación vocal.