Es probable que al escuchar o leer términos como la disfemia o disglosia exista un gran espacio de desconocimiento, aunque realmente se podrían encontrar conceptos muchos más conocidos de este mismo tema como la tartamudez o trastorno de articulación de fonemas, según corresponda. Es importante destacar, que cada una de estas condiciones pueden ser mejoradas a través de diversos mecanismos, por lo que requiere la atención de un especialista, el cual deberá tratar de forma específica cada caso.
¿Qué es la disfemia?
Tal y como lo mencionamos con anterioridad, la disfemia también conocida como tartamudez recae en un trastorno del habla y no del lenguaje. El mismo se caracteriza por interrupciones de la fluidez del habla, espasmos o bloqueos. Dichos aspectos se acompañan de la tensión muscular del cuello o cara, el cual se podría empeorar mediante el estrés o el miedo.
Por otra parte, es necesario determinar que dicha realidad posee gran vinculación con factores tales como sociales, orgánicos y psicológicos. Además, existen tres tipos de disfemia, tales como:
- Tónica: se puede diferenciar del resto debido a sus múltiples interrupciones generadas por espasmos. Además, durante estos espacios se puede evidenciar en el pacientes rigidez o tensión facial, por lo que sin duda es el peor diagnóstico.
- Clónica: se caracteriza por las repeticiones de palabras enteras y sílabas, en donde las más frecuentes recaen más en consonante que en vocal. Además, suelen evidenciar más al principio que a mitad de la palabra.
- Mixta o tónica-clónica: de forma sencilla, es la unión de ambos tipos de disfemia y representa uno de los diagnósticos más frecuentes ya que no existe una posibilidad clara de definir el tipo exacto.
¿De qué trata la disglosia?
Esta condición también llamada como disglosia orgánica, es conocida como un trastorno de las articulaciones o malformación de órganos periféricos del habla, tales como labios, dientes, boca y lengua. Por ello el paciente con este padecimiento manifiesta importantes problemas de comunicación debido a la dificultad de pronunciar a plenitud cada vocal o consonante.
Además, cuando los infantes con disglosia reciben estimulación adecuada e incluso una buena educación, estos no logran obtener la pronunciación idónea. Ya que, sin duda alguna, se trata de un problema anatómico, pero sí se podría mejorar de forma parcial y progresivamente dicha dificultad. Por otra parte, se puede clasificar según varios tipos, los cuales son:
- Nasal: es la consecuencia de un mal paso del aire a los pulmones, lo que también se podría resumir a una dificultad respiratoria.
- Labial: se basa en un trastorno de la movilidad, consistencia o fuerza de los labios. Entre sus causas más frecuentes se podría señalar el frenillo del labio superior, labio leporino o parálisis facial y macrostomia.
- Palatal: el motivo se encuentra en el paladar óseo y el velo del este, cuyo origen podría variar según fisuras submucosa, palatina, paladar ojival, corto o con perforaciones.
- Mandibular: se caracteriza por la alteración de los maxilares, cuyas causas pueden ser la disglosia dental, resección de la mandíbula, entre otros.
- Lingual: afecta a la lengua, ya que esta no puede realizar todos los movimientos que de forma natural debería. Sus causas recaen en el frenillo corto, malformaciones congénitas, parálisis o macroglosia.
- Dental: se presenta como un trastorno de forma en las piezas dentarias, entre las causas más frecuentes se podrían mencionar las anomalías hereditarias, tipo de alimentación, ortodoncia, desequilibrios hormonales, entre otros.
Estos son los principales aspectos a tener en cuenta de la disfemia y la disglosia. Si deseas saber más sobre ellas o cómo tratarlas, contáctanos. En Xalus podemos ayudarte con lo que necesites.